Los tomates son el cultivo más comúnmente cultivado en los huertos domésticos de Estados Unidos. Adaptables y de fácil cultivo, los tomates puede producir frutos en casi cualquier lado, pero plantar los en el mejor suelo posible sigue siendo esencial si quieres maximizar el rendimiento. Cuando cultivas tomates, debes considerar cuidadosamente la textura, humedad, pH y fertilidad de tu suelo.
Textura
La textura hace referencia al balance de limo, arena y arcilla presente en el suelo. Los tomates crecen mejor en suelos francos, que tienen cantidades casi similares de estos tres elementos. No prosperan en suelos demasiado arenosos o demasiado arcillosos. Para mejorar los suelos de estas características, incorpora 2 o 3 pulgadas (5 a 7,5 cm) de turba, compost u otro materia orgánico a las primeras 8 pulgadas (20 cm) de tu suelo. La materia orgánica, además, aporta nutrientes, brindando un beneficio doble.
Humedad
Los tomates precisan mucha agua para fructificar sanamente, pero es importante no excederse. Los suelos mojados y anegados pueden asfixiar a las raíces, así que evita plantar los tomates donde se acumula agua después de una lluvia. Una vez establecidos, riégalos no más de lo necesario para mantener el suelo húmedo.
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